"Erase una vez un joven que tal vez no era una rana...,pero que seguro que tampoco era un príncipe. El primer beso no cambió la situación. Hace nueve años tuvo el privilegio de conocer a una mujer joven, con un fuerte sentido del deber y un gran sentido del humor... Durante un viaje a China, en el que estuvieron separados durante un mes entero, la princesa llegó a casa a altas horas de la noche en las vísperas de su viaje, pero en lugar de dormir, se sentó y escribió toda la noche. Por la mañana, el joven encontró una caja con 30 cartas, una para cada día, gracias a las cuales el joven pudo soportar la ausencia de su princesa. Ella ya habia elegido. Él era su príncipe."
